Más que una instalación, se trata de la escenografía para un montaje en el que los visitantes están llamados a ser protagonistas. "Medidas transitorias" muestra una obra inmaterial, mezcla de performance e instalación que rechaza el fetiche del objeto de arte.
Es un absurdo. Algo así como una recreación del mito de Sísifo que carga una pesada roca sólo para verla caer. Los visitantes trituran páginas de diario mientras restauradores profesionales ponen toda su técnica y esfuerzo en reconstituir originales que luego dejan a merced de ese público que puede volverlos fragmentos. Es un absurdo, o más bien una escenificación de éste, que lleva por título "Medidas transitorias" y por responsable a Rodrigo Bruna, un artista que advierte que sus obras son ideas que no toca, sino que presta.
La escena transcurre en Galería Gabriela Mistral (Alameda 1381) de lunes a sábado entre las 12 horas, en las que el restaurador se coloca su delantal, y las tres de la tarde, en que lo cuelga. Durante el resto del día, la muestra es una latencia de obra, que como su nombre evidencia, juega con lo efímero y cambiante. Fardos de papeles apilados contra la pared, páginas de diario intactas o fragmentadas en decenas que llevan la huella de su reconstitución, dos máquinas trituradoras de papel y un escritorio empotrado en una de las columnas de la galería donde quedan restos de esa manualidad absurda. Puede verse como una instalación, pero tiene más de escenografía de un montaje en el que el mismo público es protagonista. Se espera que él llegue con los diarios que son materia prima de esta narrativa, que luego los triture en las máquinas dispuestas para ello y que si el entusiasmo le alcanza se siente en el escritorio junto al restaurador e intente recomponer las noticias frescas de días pasados. Del espectador se espera casi todo, esa es la apuesta, el riesgo y el atractivo de ser parte de este absurdo proceso de medidas transitorias.
Obra para todos
- En tus trabajos, desde la serie "Reconfiguraciones domésticas" hasta tu último montaje "108 Puzzlespiele" en el Museo de Arte Contemporáneo, has involucrado activamente a asistentes y espectadores. ¿Cuál es el móvil? ¿Lograr una socialización de tus obras?
"Sí, claro. Me interesa que la gente se involucre en lo que es un proceso, ver cómo funciona eso porque es algo bastante experimental y difícil de controlar. En México hice una muestra en la que pegué platos en la pared y ponía un martillo para que los visitantes fueran rompiendo los platos según los días que pasaban de la muestra".
"Funcionó, pero era difícil porque a veces se entusiasmaban demasiado y rompían todos los platos. Me interesa eso, las obras que, digamos, incluyen al espectador y toman riesgos; después ves cómo funcionan".
-¿Buscas que el espectador se involucre y "entienda" mientras participa?
"Lo que pasa es que siempre se dice que no se pueden entender algunas obras si no manejas los referentes. Acá tienes que entender algunas cosas, pero ya participar te pone en otra posición. Y luego hay gente que te sorprende con las interpretaciones porque da con puntos centrales sin leer el catálogo y sin tener una formación estética. Uno no tiene por qué subestimar al espectador".
El artista como director
Bruna opera más como un director de orquesta que como un artista visual. De hecho afirma que buscó liberarse de los prejuicios visuales. Que pensó mucho en cómo hacer estéticos los kilos de Mercurios apilados, pero que finalmente optó por esa visión natural no estetizada que prima en la galería. Los apiló a un lado. A él le interesa la idea y su trabajo es ponerla a funcionar, diagramar el sistema.
Hace unos tres meses Bruna estuvo interfiriendo los sistemas de correo postal con su proyecto "108 Puzzlespiele" que consistió en el envío de 108 puzzles desde Düsseldorf, donde el artista se encontraba estudiando, a Santiago, donde 108 mujeres debieron armarlos y depositarlos en el MAC. Después de ires y venires, puzzles perdidos cruzando el Atlántico y coordinaciones colectivas varias, se armó una instalación en el museo donde los puzzles hechos en base a fotografías de demoliciones en Alemania se agruparon cromáticamente. Pero lo que contaba era la coordinación de esfuerzos femeninos, y un video que mostraba cadenas de mujeres en la reconstrucción de Alemania lo atestiguaba. Bruna sólo había armado el sistema, prestado la idea.
-Cada vez aparece como menos importante la obra material, o si se quiere, el objeto.
"Sí, pero siempre ha sido un poco así. Sólo tengo registro de mis trabajos anteriores, no tengo nada de 'obra' de mis muestras anteriores".
-Pero ahora es más radical, es una obra desmaterializada.
"Lo que pasa es que me interesa el proceso. Creo que cada vez se están empezando a valorar más los procesos productivos, por eso se vuelven importantes los primeros bocetos de los artistas, porque ahí se ve cómo se construye la obra de después. Ahora los dibujos de Da Vinci se exhiben en los museos con la misma importancia que las obras acabadas. Acá el proceso es lo importante, pero la verdadera obra es la idea, que está antes".
La idea se evidencia como una obra paradójica y circular donde hay una narrativa que pone en marcha el visitante. Un círculo de colaboración, destrucción y reconstrucción que recuerda esa máxima de Lavoisier que nos sorprende de niños: "La materia no se crea ni se destruye sólo se transforma". Rodrigo Bruna invita a experimentarlo, a ver pasar el tiempo cortando la materia y discutir si es un absurdo a diario o sólo de diario.
Convocatoria año 2005
La Galería Gabriela Mistral, dependiente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, acaba de abrir su convocatoria para el 2005. Las bases, disponibles en www.artesvisuales.cl, están destinadas a acoger proyectos de exhibición de artistas y curadores chilenos o extranjeros residentes en el país, que sigan la línea curatorial de la galería en su énfasis por trabajos de vertiente investigativa y crítica en cuanto a soportes y contenidos. Como novedad se anunció que se favorecerán los proyectos que contemplen cruces interdisciplinarios ya sea entre áreas artísticas o con áreas de investigación de las ciencias sociales o científicas.
Es un absurdo. Algo así como una recreación del mito de Sísifo que carga una pesada roca sólo para verla caer. Los visitantes trituran páginas de diario mientras restauradores profesionales ponen toda su técnica y esfuerzo en reconstituir originales que luego dejan a merced de ese público que puede volverlos fragmentos. Es un absurdo, o más bien una escenificación de éste, que lleva por título "Medidas transitorias" y por responsable a Rodrigo Bruna, un artista que advierte que sus obras son ideas que no toca, sino que presta.
La escena transcurre en Galería Gabriela Mistral (Alameda 1381) de lunes a sábado entre las 12 horas, en las que el restaurador se coloca su delantal, y las tres de la tarde, en que lo cuelga. Durante el resto del día, la muestra es una latencia de obra, que como su nombre evidencia, juega con lo efímero y cambiante. Fardos de papeles apilados contra la pared, páginas de diario intactas o fragmentadas en decenas que llevan la huella de su reconstitución, dos máquinas trituradoras de papel y un escritorio empotrado en una de las columnas de la galería donde quedan restos de esa manualidad absurda. Puede verse como una instalación, pero tiene más de escenografía de un montaje en el que el mismo público es protagonista. Se espera que él llegue con los diarios que son materia prima de esta narrativa, que luego los triture en las máquinas dispuestas para ello y que si el entusiasmo le alcanza se siente en el escritorio junto al restaurador e intente recomponer las noticias frescas de días pasados. Del espectador se espera casi todo, esa es la apuesta, el riesgo y el atractivo de ser parte de este absurdo proceso de medidas transitorias.
Obra para todos
- En tus trabajos, desde la serie "Reconfiguraciones domésticas" hasta tu último montaje "108 Puzzlespiele" en el Museo de Arte Contemporáneo, has involucrado activamente a asistentes y espectadores. ¿Cuál es el móvil? ¿Lograr una socialización de tus obras?
"Sí, claro. Me interesa que la gente se involucre en lo que es un proceso, ver cómo funciona eso porque es algo bastante experimental y difícil de controlar. En México hice una muestra en la que pegué platos en la pared y ponía un martillo para que los visitantes fueran rompiendo los platos según los días que pasaban de la muestra".
"Funcionó, pero era difícil porque a veces se entusiasmaban demasiado y rompían todos los platos. Me interesa eso, las obras que, digamos, incluyen al espectador y toman riesgos; después ves cómo funcionan".
-¿Buscas que el espectador se involucre y "entienda" mientras participa?
"Lo que pasa es que siempre se dice que no se pueden entender algunas obras si no manejas los referentes. Acá tienes que entender algunas cosas, pero ya participar te pone en otra posición. Y luego hay gente que te sorprende con las interpretaciones porque da con puntos centrales sin leer el catálogo y sin tener una formación estética. Uno no tiene por qué subestimar al espectador".
El artista como director
Bruna opera más como un director de orquesta que como un artista visual. De hecho afirma que buscó liberarse de los prejuicios visuales. Que pensó mucho en cómo hacer estéticos los kilos de Mercurios apilados, pero que finalmente optó por esa visión natural no estetizada que prima en la galería. Los apiló a un lado. A él le interesa la idea y su trabajo es ponerla a funcionar, diagramar el sistema.
Hace unos tres meses Bruna estuvo interfiriendo los sistemas de correo postal con su proyecto "108 Puzzlespiele" que consistió en el envío de 108 puzzles desde Düsseldorf, donde el artista se encontraba estudiando, a Santiago, donde 108 mujeres debieron armarlos y depositarlos en el MAC. Después de ires y venires, puzzles perdidos cruzando el Atlántico y coordinaciones colectivas varias, se armó una instalación en el museo donde los puzzles hechos en base a fotografías de demoliciones en Alemania se agruparon cromáticamente. Pero lo que contaba era la coordinación de esfuerzos femeninos, y un video que mostraba cadenas de mujeres en la reconstrucción de Alemania lo atestiguaba. Bruna sólo había armado el sistema, prestado la idea.
-Cada vez aparece como menos importante la obra material, o si se quiere, el objeto.
"Sí, pero siempre ha sido un poco así. Sólo tengo registro de mis trabajos anteriores, no tengo nada de 'obra' de mis muestras anteriores".
-Pero ahora es más radical, es una obra desmaterializada.
"Lo que pasa es que me interesa el proceso. Creo que cada vez se están empezando a valorar más los procesos productivos, por eso se vuelven importantes los primeros bocetos de los artistas, porque ahí se ve cómo se construye la obra de después. Ahora los dibujos de Da Vinci se exhiben en los museos con la misma importancia que las obras acabadas. Acá el proceso es lo importante, pero la verdadera obra es la idea, que está antes".
La idea se evidencia como una obra paradójica y circular donde hay una narrativa que pone en marcha el visitante. Un círculo de colaboración, destrucción y reconstrucción que recuerda esa máxima de Lavoisier que nos sorprende de niños: "La materia no se crea ni se destruye sólo se transforma". Rodrigo Bruna invita a experimentarlo, a ver pasar el tiempo cortando la materia y discutir si es un absurdo a diario o sólo de diario.
Convocatoria año 2005
La Galería Gabriela Mistral, dependiente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, acaba de abrir su convocatoria para el 2005. Las bases, disponibles en www.artesvisuales.cl, están destinadas a acoger proyectos de exhibición de artistas y curadores chilenos o extranjeros residentes en el país, que sigan la línea curatorial de la galería en su énfasis por trabajos de vertiente investigativa y crítica en cuanto a soportes y contenidos. Como novedad se anunció que se favorecerán los proyectos que contemplen cruces interdisciplinarios ya sea entre áreas artísticas o con áreas de investigación de las ciencias sociales o científicas.
García, Macarena, Absurdo a diario, Diario El Mercurio, Santiago, domingo 12 de septiembre, 2004.
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